jueves, 20 de marzo de 2014

Capítulo 17: Total Fracass.

22 de Septiembre 2013.
21:00. Salvador de Bahía.
26º.

Día clave del viaje, ya que hoy debíamos ir al mercadillo de vehículos usados a ver motos para comprar.
Tras un largo itinerario en bus urbano, llegamos al lugar y la verdad es que ha sido bastante decepcionante comprobar que entre cientos de automóviles en venta sólamente había una veintena de motos. Además los precios no eran tan económicos como pensábamos y los vendedores eran muy reticentes a regatear. La única moto que vi que me inspiraba cierto interés era una Honda Sahara 350 de trail, pero ni ponía el importe en un cartel ni tampoco estaba el dueño para preguntarle. Suso se interesó por, atención, una Honda CB 125 de ciudad. En mi opinión, éste tipo de motos no valen para el tipo de viaje que tenemos intención de realizar, ya no por cilindrada, sino por construcción: motor y escapes demasiado bajos, neumáticos de ciudad, llantas de material poco resistente, sistema de amortiguación no adecuado a caminos con muchos baches, chásis poco resistente... Y así se lo quise hacer ver, pero parece emperrado en la idea de que si alguien da la vuelta al mundo en Vespa él también puede girar por Sudamérica en un cacharro así. Quizás no supone que el que se atreve a dar la vuelta en Vespa ya ha recorrido miles de km con otro tipo de motos y tiene los conocimientos técnicos y mecánicos necesarios para una empresa así. Y nosotros somos unos pardillos en la materia: yo me saqué el carnet A2 dos meses antes de partir, sin embargo llevo bastante tiempo trabajando con vehículos y sé que las características técnicas y el mantenimiento periódico no son conceptos que haya que tomar a la ligera. Pero una cosa tiene razón Suso, y es que cada uno con su dinero hace lo que quiere, así que quién soy yo para discutirle sobre cómo y en qué gastar su pasta... Lo que sí hablamos posteriormente fue sobre el futuro de nuestro viaje juntos. Al parecer, él tiene las cosas muy claras: quiere que sigamos juntos, pero que nadie le diga qué hacer, ni cómo, ni cuándo, ni por qué... A mi eso me suena bastante mal, la verdad. Mi idea siempre había sido la de formar un equipo y no una comparsa que sigue al director de orquesta. Pero era mi idea, no la suya.
Huelga decir que el día de hoy ha sido bastante decepcionante en muchos sentidos, unido al intenso calor que hizo -34º marcó-, ha sido jodidamente duro. Menos mal que ahí estaba Seyi para levantar el ánimo con sus sabias palabras...

miércoles, 19 de marzo de 2014

Capítulo 16: La larga marcha nocturna.

21 de Septiembre 2013.
+03:00 Salvador de Bahía.
24º

Hoy Suso regresó de la Chapada. Me costó un poco sonsacarle sus vivencias por allí, pero finalmente me contó sobre lo espectaculares que son aquellos parajes de mesetas, valles, intrincados ríos y cascadas sacadas de alguna película, etc... También me relató alguna historia sobre los habitantes que allí moran, como por ejemplo la de un italiano que ha formado una familia y se dedican a la artesanía. 
Tras un día rutinario, al llegar la noche nos unimos a los dos alemanes, Jesco y Tobi -éste último de Berlín- y un checo amigo suyo, Pavel, para acudir a un festival que se organizaba con motivo de la llegada de la primavera en el hemisferio sur, en el barrio costero de Rio Vermelho.
Mucha gente y mucha samba, lo cual a Tobi y a mi, que teníamos gustos similares en cuanto a música y ambiente nocturno, nos producía cierto aburrimiento, por lo que decidimos bilateralmente ir a buscar aires rockeros por la zona. Platicamos un rato con un metalero brasileño, quien nos indicó un pub irlandés donde iba a tener lugar un concierto de rock 70ero. Allá nos fuimos. Al llegar nos dicen que hasta las 22:00 no da comienzo, y eran las 21:00. Tras una hora de amena espera combinada con cervezas, pagamos la entrada de 10R$ y entramos. Dentro no habría más de 6 personas, y la banda se afanaba por probar sonido. Fue después de 1 hora más de infructuosa espera que se nos terminó la paciencia y nos largamos de allí con la intención de regresar al hostel.... caminando. 
Al poco de comenzar el paseo me percaté de un detalle: un letrero indicaba 11 km hasta el centro histórico, ésto es, nuestro destino. Anduvimos un par de kilómetros cuando alguien nos saludó desde el otro lado de la calzada.... era Seyi, quien se encontraba sólo esperando el bus, y se unió a nosotros en nuestra aventura particular. Fue decididamente una experiencia inolvidable atravesar de noche Salvador de Bahía, echándonos risas durante la larga caminata.





Capítulo 15: Sol, arena y cocos; Itapuá.

20 de Septiembre 2013.
23:30. Salvador de Bahía.
24º

Hoy, Seyi y yo decidimos pasar un día de playa en Itapuá, un área costera de Salvador a unos 45 minutos en bus de Pelourinho. El trayecto en el autocar urbano fue todo menos convencional: acelerones, frenazos al límite, inclinadas salvajes en curvas... aquello traqueteaba de manera increíble, parecía el tren de la bruja.
Ya en Itapuá, nos tomamos una cerveza en un chiringo y fuimos a buscar a un amigo italiano de Seyi. No se encontraba en casa, pero sí su anciana madre, y fue un gustazo charlar un poco con ella en italiano, idioma que adoro hablar. De vuelta a la playa, escogimos un lugar cercano a una aglomeración de rocas que se adentraban en el mar, bajo la presencia de unos cuántos cocoteros. Pese a que el color del agua no era tan fotogénico como en Porto Galinhas o Maceió, era un lugar de ensueño también. Un buen baño, un poco de exposición al sol, unos bocados en un puesto de comida y de vuelta a Pelourinho, que no olvidemos que a las 17:00 se hace de noche.
Ya de vuelta, nos enfundamos las camisas blancas y salimos a dar una vuelta con nocturnidad y alevosía, como de costumbre ya. Repetimos de nuevo el show de la guitarra en Largo Pelourinho, y posteriormente fuimos a ver la actuación de un combo de samba en un local. Yo sigo sin pillarle el punto musical al estilo, pero me gusta la calma y la atención que adoptan los entusiastas de alrededor. Lo malo es que aunque me sienta muy a gusto en ese ambiente, también es verdad que al cabo de un rato me provoca sueño, así que nos dirigimos de vuelta al hostel. Allí nos encontramos con nuevos inquilinos en el dormitorio: unos alemanes llamados Jesco y Tobias. Estuvimos charlando con Jesco, de Hamburgo, que nos contaba un poco sus experiencias por Brasil, Colombia, Ecuador y Bolivia; sobre todo aquellas relacionadas con la ingesta de productos derivados de plantas alucinógenas y demás ingredientes rituales chamánicos.





Capítulo 14: Chile con carne.

19 de Septiembre 2013.
21:00. Salvador de Bahía.
25º.

Estoy adoptando ya una especie de rutina diaria que consiste en levantarme sobre las 08:00, realizar un pequeño ejercicio de yoga que me enseñó Seyi, ir a desayunar a un sitio especial de desayunos en la plaza de la Catedral, donde por 4R$ te dan un café con leche y un zumo de frutas espectacular, y seguidamente ir al ciber durante una media hora. Después de eso hay que improvisar algún plan...
El de hoy ha sido visitar un mercado en la parte baja, junto al puerto de mercancías de la bahía. Buscábamos algo de carne y pimientos picantes para el guiso que iba a preparar Seyi para el almuerzo. El mercado era el típico mercadillo de alimentos, con sus tenderetes y el género a la intemperie, pero como a lo bestia. Había momentos en los que parecía que te engullía dentro del entramado de puestos de fruta, pescado, carne, hortalizas, y artesanías varias. Entre ir, mirar, encontrar, comprar y regresar, nos tiramos casi toda la mañana, y Seyi todavía tenía que cocinar el guiso que consistía en unas alubias negras con arroz, carne de cabra y salsa de chile. Yo rehusé la salsa porque todavía creo que no tengo el estómago preparado para tales experimentos, pero en general estaba delicioso. 
Por la tarde -ya sin luz solar- fui a dar una vuelta y estando sentado en la plaza de Largo Pelourinho se me acercó el chico angoleño que acompañaba a Seyi antes de ayer tocando en la calle. Trajo su guitarra y estuvimos como 2 horas tocando, improvisando canciones y tomando algunas cervezas. Tras ésto no había mucho más que hacer y me dirigí al hostel a descansar.


Capítulo 13: Rain Man.

18 de Septiembre 2013.
23:00. Salvador de Bahía.
21º.

Hoy amaneció con el cielo encapotado y lloviendo bastante. Aunque a veces paraba, no era durante mucho tiempo, así que parecía la jornada propicia para descansar en el interior del hostel y escuchar música.
Con Seyi cerca todo es mucho más ameno. Hablamos mucho -en inglés- sobre inquietudes varias, pero el tema estrella es la música. No en vano, Seyi es músico; toca en bandas y enseña reggae, samba y otros estilos étnicos en Londres, su ciudad de residencia habitual. Dice que está aquí en Salvador para "vivir" la música que ama, ya que considera que allá en Londres sólo se dedica a interpretarla. Es un punto de vista particular, pero muy a tener en cuenta para aquellos que amamos éste arte y nos da en ocasiones por crearlo. Así, hablando y hablando, cambiamos de tema inconscientemente a otros que se van sucediendo y cuando nos damos cuenta, han pasado horas de conversación.


lunes, 17 de marzo de 2014

Capítulo 12: Jam Session.

17 de Septiembre 2013.
23:59. Salvador de Bahía.
24º

Primer día sin Suso en lo que va de viaje. Mi plan para hoy era buscar y comprar una camisa blanca de manga larga, que me proteja del calor y de los mosquitos y, por qué no, me dé un toque de distinción en las fiestas...
Mi ya amigo Seyi me acompañó y al fin pudimos dar con una de mi gusto en el famoso Mercado Modelo de Salvador, para lo cual tuvimos que descender a la parte baja de la ciudad, aquella que está junto al mar e instalaciones portuarias, por medio del también famoso Elevador Lacerda. Tras unas lecciones de regateo por parte de mi colega nigeriano, pude conseguir una fabulosa camisa blanca de hilo de algodón con bordado en el cuello por un buen precio. El resto de la mañana fue de paseo desde la parte baja de vuelta hacia Pelourinho, rematada con una cerveza en la plaza de la Catedral. Acordamos salir por la noche, ya que los martes se monta fiestón en el centro histórico. 
Ya por la tarde después de comer, me fuí a dar otro paseo y he aquí que descubro a Seyi en una callejuela tocando el cajón jembé junto a otro colega que cantaba y tocaba la guitarra clásica. Después de un rato sentado viéndoles tocar e invitarles a unas birras, me invitaron a su vez a tocar la guitarra con ellos. Tras cierta reticencia por mi parte, ya que lo que ellos interpretaban no tenía nada que ver con mis habilidades guitarrísticas, accedí a tocar algún pequeño blues y canciones de Audioslave y tal, todo ello mezclado -o fusionado, que suena mejor- con percusión al estilo africano. Gran momento aquel.
Ya por la noche, salimos Seyi y yo de juerga por Pelourinho, estrenando camisa, y fuimos a ver una actuación musical, donde gracias a mi colega nigeriano conocí a 3 vascos que andaban por allí estudiando filosofía. El encuentro duró poco ya que debían tomar el último autobús hacia su zona residencial, en otro barrio de la ciudad. Seyi y yo seguimos de fiesta por la diversas calles de Pelourinho, siguiendo bandas móviles de samba, bebiendo cerveza y echándonos muchas risas. Gran día hoy.



jueves, 13 de marzo de 2014

Capítulo 11: Gallegos y Vascos.

16 de Septiembre 2013.
22:00 Salvador de Bahía.
24º.

Comenzamos el día por la rúa 7 de Setembro de Salvador, una calle larguísima repleta de comercios. Suso buscaba un calzado apropiado para caminar en montaña y yo una camisa blanca de manga larga, muy efectiva para no atraer mosquitos. También buscaba un barbero que me pasara la maquinilla al 0 por la cabeza, ya que cuando me asoma algo de pelo empiezo a notar picores. Así pues, Suso encontró sus botas, yo no encontré camisa pero sí un peluquero dicharachero. Fue un acierto encontrarlo ya que nos dió una buena indicación para poder comprar las motos: hemos de esperar al domingo, pues es el día que se organiza en la ciudad un mercadillo de vehículos usados en el que muy probablemente encontremos lo que buscamos. Como hoy era lunes, tenemos casi 1 semana de espera y hemos decidido hacer una separación temporal: Suso se va mañana a la Chapada Diamantina, a 400 km al oeste, a hacer "trekking" por aquella agreste zona. Al parecer, me ve "demasiado verde" para caminar con la mochila al hombro todo el día por el monte, y eso... que se va él solo. No hay problema, yo he decidido ir un par de días al Morro de Sao Paulo, una isla con increíbles playas un poco al sur de la bahía, a la que se puede acceder en barco. Nos reuniremos de nuevo en el Fusion -el hostel de Salvador- el fin de semana para ir juntos al mercadillo de motos. 
Mientras tanto, hoy había partido de Liga y jugaban precisamente el Athletic contra el Celta, inaugurando el nuevo San Mamés, así que había que conseguir verlo como fuera. Comenzaba a las 17:00 hora de Salvador y dimos con un pequeño restaurante que amablemente accedió a sintonizárnoslo. Así es como disfruté de la victoria de mi equipo: en Bahía, con Suso que es del Celta y unas caipirinhas. Antes de terminar se unió a la fiesta nuestro ya buen amigo Seyi, el compi nigeriano del hostel, con quien he quedado para mañana ir en busca de la camisa. Tal es su generosidad, que me ha dicho que en caso de no encontrarla me regala una suya. Para colmo también me ofrece alojamiento en casa de unos conocidos suyos en el Morro de Sao Paulo para cuando vaya. El tío irradia buen rollo allá donde va.




Capítulo 10: Black or White... or Red or Blue or Green or Yellow...

15 de Septiembre 2013.
21:00. Salvador de Bahía.
24º.

Hoy me levanté a las 10:20, hora inusual desde que llegué a Brasil, sin duda debido al cansancio acumulado y sobre todo a la paliza de viaje en bus desde Maceió. Aunque el día anterior ya habíamos recorrido un poco el centro, ésta mañana lo hicimos de nuevo, ésta vez un poco más exhaustivamente. Paseamos por Praça da Sé, con sus 2 preciosas iglesias de estilo colonial en cada extremo, y seguimos por las callejuelas empedradas hasta dar a la plaza que llaman Largo Pelourinho; que es una cuesta también empedrada rodeada de casas de colores y otra iglesia colonial más. Por lo visto, es famosa porque Michael Jackson rodó un conocido videoclip aquí. Nos encontramos con bastantes expresiones artísticas: hermosas pinturas en lienzo de un colorido fabuloso, artesanías varias y, cómo no, música. La música tiene una presencia muy importante en el día a día de ésta ciudad; hay actuaciones a todas horas, en todos los rincones y por cualquier motivo, si bien los estilos predominantes son la samba, los ritmos africanos y el reggae.
Salvador, como ya he comentado, es una ciudad enorme, pero parece que a los turistas y viajeros nos tienen como recluídos en Pelourinho. Hay una cantidad ingente de policías custodiando que nada se salga del orden, pero sólo en éste área. Si bien -salvo algún buscavidas acosador- el ambiente es tranquilo y seguro, más allá de los límites de la cuadra aguardan legiones de sintechos, pedigüeños y mendigos, adictos al crack, prostitutas, etc... esperando una oportunidad o desliz de algún incauto para abordarle, no sabemos con qué intenciones concretas, pero sin duda de conseguir algo por la vía rápida. En tanto, entablamos contacto con un par de moteros brasileros que nos aconsejaron conseguir rápido las motos en Bahía, porque ahorraríamos bastante dinero y la ruta hacia el sur es para no perdérsela. Así que nos pondremos a ello...











martes, 11 de marzo de 2014

Capítulo 9: Hippies.

14 de Septiembre 2013.
23:00. Salvador de Bahía.
22º.

Tal y como contaba en la entrada anterior, llegamos a Salvador muy temprano y, después de instalarnos y comer bien, resultó que en el hostel montaban una pequeña fiesta, consistente en un mercadillo de ropa, una actuación musical y talleres de yoga y acrobacias en tela. No sé si quizás fuera por el cansancio del viaje en bus, pero me pareció algo aburrido. Éste rollo hippie místico trascendental de momento me pilla un poco fuera de juego. A Suso le entusiasma. No obstante, lo positivo del asunto es que se conoce gente interesante: Cecilia, franco-española con parientes en Medina de Pomar y novia del encargado del hostel; Seyi, nigeriano afincado en Londres siempre sonriente y realmente entrañable; y 2 chicas argentinas que vinieron en bicicleta desde Buenos Aires y ya llevan varios meses en Bahía, viviendo en una favela. Quedamos Suso y yo con éstas últimas por la noche en un restaurante vegano, aunque previamente ya íbamos cenados, pero creo que nos dieron plantón. O llegamos tarde, a saber... El caso es que cayó un tremendo aguacero y regresamos al hostel completamente empapados de lluvia. Fue cuando Seyi sacó su bajo acústico con el que estuvimos "demostrando" nuestras habilidades hasta la madrugada.




Capítulo 8: Bahía.

13 de Septiembre 2013.
08:00. Salvador de Bahía.
25º

En éste día teníamos que partir desde Maceió a Salvador, unos 600 km al sur. Llegamos a la terminal Rodoviaria a las 09:00 en taxi, ya que estaba cayendo un tremendo aguacero y no conseguíamos identificar el bus correcto que nos llevara. Compramos los 2 billetes a 142 R$ cada uno, ésto son unos 47€, y como no salía hasta las 20:00 regresamos a Ponta Verde a hacer tiempo. Un rato en el ciber, un paseo y una comilona en un self-service a peso por sólo 7 R$/2'30€, y de nuevo hacia la terminal, donde cenamos y embarcamos en un viaje de casi 10 horas de bus. Al menos éste transcurrió de noche y fuimos casi todo el trayecto dormidos, sólo trastornados un poco por las parias paradas en la ruta. 
Arrivamos a Salvador a las 06:00 y tomamos un bus hacia el centro histórico, llamado Pelourinho, donde habíamos echado el ojo a un hostel  muy barato por tan sólo 6€ la noche.
Salvador es una ciudad enorme. También lo era Recife, pero ésta es aún más. Tiene unos 5 millones de habitantes y está repleta de cuestas. Todavía no he visto la Bahía de Todos los Santos, pero promete ser espectacular. Lo que si hemos comprobado es que aquí el nivel de pedigüeñismo y buscavidas se dispara. Nada más llegar a Pelourinho, fuimos abordados por un individuo que decía ser "guía turístico" y que por lo que costaba un café nos llevaba hasta la rúa do Bispo, donde estaba el hostel. Nosotros ya sabíamos dónde se encontraba, pero el tipo se empeñó en acompañarnos. Al llegar a la puerta nos pidió 1 R$ "por sus servicios" y Suso, muy listo, le dijo que no le daba la moneda pero que le invitaba al café si quería. El individuo se alejó con malas palabras...


Capítulo 7: Fluído turquesa.

12 de Septiembre 2013.
22:00. Maceió.
24º

Bueno, pues problema resuelto... creémos. A la mañana, lo primero que hicimos fue buscar un Banco do Brasil, pues, según una información encontrada en internet, es el único banco junto al Bradesco en el cual pueden sacar efectivo las tarjetas europeas. Encontramos uno cerca y... bingo: pude sacar sin problemas. Suso aún tendrá que esperar a que su banco inglés le dé una clave...
Seguidamente, y como hacía un tiempo estupendo, nos tiramos toda la mañana en la playa de Pajuçara. Mi primer baño en aguas brasileñas, ya que hasta ahora el tiempo no había acompañado. La temperatura del agua era muy óptima, unos 27º -sin llegar a tibia-, y de un color azul-verde intenso. Me pegué unas cuantas nadadas y zambullidas mientras Suso se quedaba en las toallas cuidando las mochilas. Cuando llegó su turno tan sólo se metió  y salió rápidamente. Quizás le tiene miedo a las corrientes... o a los tiburones.
El resto del día lo dedicamos a pasear de punta a punta por Ponta Verde, que son unos cuantos kilómetros. Por el camino, le compré a un tipo con pintas rastas un colgante con piedra de cuarzo, tal y como me recomendó mi amiga Indira en Santurtzi. Al preguntarle sobre dónde conseguía las piedras, respondió que las recoge cuando va por la Chapada Diamantina, una zona montañosa en el interior del estado de Bahía. Pues mañana entramos en ese gran estado, de una superficie similar a la de la península ibérica.





lunes, 10 de marzo de 2014

Capítulo 6: Llegada a Maceió.

11 de Septiembre 2013.
22:00. Maceió.
22º

Hoy tocaba de nuevo ponerse en movimiento. Una pena porque hacía sol y calor, y en los 2 días en las playas de P. Galinhas el cielo estuvo la mayor parte del tiempo encapotado y no pudimos disfrutar plenamente de esas maravillas que eran las piscinas naturales... Así pues, a las 10 salimos del hostel de Ayrton y tomamos un bus hacia la cercana localidad de Ipojuca donde, tras hora y media de espera, cogimos otro bus hacia la ciudad de Maceió. La distancia entre éstas dos ciudades ronda los 200 km, y el viaje duró unas 5 horas, con paradas en muchos pueblos por el camino. Ha sido un viaje muy bonito, con unos paisajes tremendos, sobre todo al entrar ye en el estado de Alagoas, que -es mi sensación- parece como más ordenado que su vecino del norte Pernambuco. Al llegar a la terminal, vuelta a tomar otro bus urbano hacia la Ponta Verde de Maceió, donde encontramos un hotel con habitación doble por 30 R$ cada uno por noche, que son como 10€. Tras instalarnos, salimos a cenar y dar un paseo nocturno.
Maceió es una ciudad grande, de alrededor de 1 millón de habitantes, a mitad de camino entre Recife al norte y Aracaju, la otra ciudad más al sur y capital del estado de Sergipe. Está organizada en torno al cabo Ponta Verde, a los flancos del cual se extienden 2 hermosas playas. Estuvimos paseando por aquella a la que llaman Praia Pajuçara, y pudimos observar la cantidad de instalaciones deportivas que hay en sus cercanías, todas en actividad por cierto.
Al regresar al hotel, pasamos por un hipermercado para comprar comida y para gran alegría mía pude pagar con la tarjeta de débito, lo cual descarta un malfuncionamiento de la misma a la hora de sacar en cajero, así que ahora el objetivo reside en saber en qué cajeros se puede retirar efectivo, porque queda claro que en todos no se puede...





Capítulo 5: CPF y a Porto Galinhas.

10 de Septiembre 2013.
21:00. Porto Galinhas.
21º

Ayer día 9 fué un poco día de transición. Nos dedicamos a realizar las gestiones necesarias para la concesión del documento CPF, necesario a todas luces para la compra de las motocicletas aquí en Brasil. Fue un sencillo aunque un poco exhasperante trámite, porque hay que coger turno y esperar: primero en la oficina de correos donde se realiza el pago de la tasa correspondiente a la gestión, y luego en la Receita Federal, donde se lleva el recibo del pago y te entrevistan para finalmente hacer entrega del dichoso número en una hoja fotocopiada, pero oficial al fin y al cabo. Si lo quieres ya plastificar es cosa tuya, dicen...
Seguidamente regresamos al hostel para recoger las mochilas y despedirnos de Magda. Tomamos el autobús en la estación Rodoviaria de Recife para irnos 60 km más al sur, a Porto Galinhas. El trayecto fue normal, si bien para salir de la ciudad nos llevó bastante tiempo, pero el aire acondicionado a tope era muy molesto, así que me propuse solucionar el tema introduciendo mi gorra verde en el orificio por donde salía, para taponarlo. Fue una buena idea porque funcionó bien... salvo el pequeño detalle de que me olvidé de sacarla al llegar al destino y allí se quedó mi pobre gorrita. Ya de noche -recordad que oscurece muy temprano- buscamos el hostel más barato y allí que nos alojamos.
Hoy me desperté temprano. No sé todavía si será por el jet-lag o por la hora en la que oscurece, pero me estoy despertando siempre antes de las 07:00. A las 09:00 estaba ya recorriendo la Praia de Maracaipe, sólo, ya que mi compañero Suso al parecer no entiende de jetslags ni nada por el estilo y se queda siempre durmiendo como un ceporro. La playa de Maracaipe es una preciosidad, con arena hiperfina y aguas azul-verdosas fuertemente guarnecida por palmeras cocoteras. Lástima que el tiempo fuera algo inclemente, porque el baño prometía ser antológico. Regresé al centro de Porto Galinhas, que resultó ser el típico núcleo turístico "a lo Benidorm", con comercios de ropa exclusiva y de marcas punteras del ámbito surfero, así como cafeterías, restaurantes, hoteles, bancos y demás parafernalia; todo un contraste con la zona donde está situado el hostel, alejado un poco del centro txatxi-piruli.
Por la tarde, ya después de comer, se me unió por fin Suso y recorrimos la playa hacia el norte, donde no había estado a la mañana. Al volver del paseo ocurrió algo que podría reportarme algún quebradero de cabeza: mis tarjetas de Caja Laboral no funcionaban en los cajeros automáticos. De momento tengo bastante en efectivo, pero ya estoy intentando resolver el entuerto. Espero que en días posteriores dé con una solución satisfactoria.






Capítulo 4: Visita a Olinda.

8 de Septiembre 2013.
21:00. Recife.
22º

Ésta mañana decidimos invitar a Magda a visitar Olinda, la preciosa ciudad colonial -o debería decir barrio- en las afueras de Recife. Debo contar que Magda es de Leipzig y está aquí sola porque la amiga con la que venía tuvo que quedarse en tierra en el aeropuerto de Frankfurt debido a un error tipográfico en la reserva de su vuelo, así que tiene que quedarse a esperarla hasta dentro de 4 días. Mientras tanto digamos que la hemos adoptado en nuestro seno, lo cual no supone ningún tipo de problema. Nos comunicamos con ella en inglés, naturalmente, aunque a mí me cuesta todavía un poco coger el hilo...
Tomamos los 3 el bus a Olinda y recorrimos su maleconcito con sus barquitos encallados con la marea baja, unas pequeñas parcelas debajo del dique donde la gente juega a fútbol, y posteriormente nos metimos en la zona colonial, con sus iglesias y monasterios situados en pequeños altos, desde donde se disfrutan magníficas vistas. Comimos algo en los puestos de comida dispuestos por la zona y acordamos asistir a 2 conciertos que iban a tener lugar por la tarde. El primero de ellos a cargo de Carlos Malta, por lo visto un reputadísimo jazzista brasileño, que actuaba en el interior del monasterio de Sao Francisco. La espectación que creó el evento fue enorme; como si se tratara de una gran estrella de rock, una multitud se agolpaba en la puerta para entrar y fueron muchos los que tuvieron que escuchar el recital desde el exterior del templo. Más tarde, y después de una grata visita a un establecimiento de un luthier y la cata de una espectacular caipirinha, nos instalamos en una campa para disfrutar del concierto de una orquesta sinfónica. Entre el repertorio que interpretaron pude identificar fragmentos de Tchaikovski, Verdi y Richard Strauss. Yo alucinaba con cómo se involucra la gente aquí con éste tipo de cultura. No puedo imaginarme un concierto clásico en Bilbao con tanta gente y tanto entusiasmo. 






Capítulo 3: Pies destrozados.

7 de Septiembre 2013.
22:00. Recife.
24º

Primer contacto nocturno con los mosquitos brasileros, poca cosa de momento. Un temprano desayuno compuesto de leche, cacao, bizcochos y zumos de frutas abrieron la jornada. Quedamos con Magda para la noche y nos dispusimos a ir hasta el centro histórico de Recife dando un paseo por la playa. Durante la caminata me iba dando cuenta de la incomodez de mis sandalias; empezaba a salirme una ampolla en la parte posterior del talón. El centro de la ciudad está situado en unas pequeñas islas a las que se accede por puentes urbanos y tuvimos suerte de que hoy habían habilitado con conos un carril para bicicletas por el que pudimos transitar tranquilamente. Al llegar al centro, buscamos el edificio de la Receita Federal, donde el próximo lunes deberemos tramitar el documento CPF (Cadastro de Persoas Físicas), imprescindible para realizar el papeleo de compra de las motos. Buscamos también una oficina para cambiar moneda y sitios varios donde conseguir información sobre cosas diversas, como por ejemplo la posibilidad de comprar una tarjeta telefónica de prepago. 
Andamos y andamos por el centro, viendo edificios y calles pitorescas. Llegó un punto en el que mis pies sufrían demasiado con aquellas sandalias y decidí comprar unas "tanakas", mucho más cómodas. Regresamos al hostel también caminando y, después de una ducha, tocaba un poco de charleta con la gente de allí alrededor de unas cervezas. El siguiente plan era salir con Magda por el centro del Recife y ver la vida nocturna y algún espectáculo musical si se terciaba. Lamentablemente, yo tuve que retirarme por el intenso dolor de pies. Mejor no forzar, ya llegará el momento adecuado.



Capítulo 2: La llegada.

6 de Septiembre 2013.
20:00. Recife.
27º

Después de pernoctar en la "suite" presidencial del aeropuerto de Frankfurt, compuesta por unos cuantos asientos en "L", y ver interrumpido nuesto sueño en varias ocasiones, ya sea por alemanes juerguistas o nuevos inquilinos, fuimos directos a facturar el equipaje sobre las 07:30. El vuelo previsto para las 09:30 de nuevo se retrasó, ésta vez debido a algún fallo en la computadora del aparato. Despegamos a las 11:00 rumbo a Brasil, el vuelo duró unas 10 horas y fue monótono salvo por alguna pequeña conversación con vecinos de asiento y el novedoso, para mí que hace tiempo que no vuelo, programita que emitían por las pantallas de a bordo consistente en visualizar el avión por GPS, sabiendo en todo momento dónde nos encontrábamos en el globo terráqueo, así como los datos de altitud, velocidad del aeroplano, tiempo estimado de llegada, etc... La comida que nos sirvieron pues... no era el Akelarre pero tampoco tan mala como me esperaba.
Aterrizamos sobre las 16:00 hora local, las 21:00 en Europa, y venía un escollo importante en nuestro viaje; lograr entrar en Brasil con pasaporte español y sin billete de vuelta. Teníamos todos los requisitos en regla: pasaporte vigente por más de 6 meses, extracto bancario con fondos suficientes para toda la estancia en el país, reservas de alojamiento y billetes de bus de continuación de viaje que probaban nuestra salida de Brasil en menos de 3 meses. Bien, pues en el control de aduanas nada de eso, salvo el pasaporte, hizo falta. NADA. Presentar el documento, una miradita a la cara, otra a la pantalla del ordenador.... sello y pa'dentro. Y horas antes andábamos con los nervios a flor de piel para conseguir los pasajes de bus e imprimir las reservas del hostel... en fin.
Al salir del aeropuerto de Recife cambiamos algo de moneda a un tío que nos inspiró cierta confianza: 150 R$ por 50€. Pillamos la "guagua" hacia el barrio de Boa Viagem donde se encontraba el hostel. Allí, un poco de organización, ducha y al super a comprar cena. En mi incursión en solitario de camino al supermercado pude darme cuenta de que las historias de bandas organizadas de cánidos callejeros son algo más que una leyenda. Después de cenar conocimos a una compañera del hostel, una alemana llamada Magda, que curiosamente vino en nuestro vuelo, y charlamos con ella hasta la hora de dormir.

Capítulo 1: La terminal.

5 de Septiembre 2013. 
21:30. Aeropuerto Internacional de Frankfurt.
23º

Hoy arranco la aventura, aunque para mi compañero Suso comenzó hace 2 días cuando salió de su Vigo natal haciendo dedo hasta Gijón, donde pernoctó en casa de unos amigos y al día siguiente continuó de igual manera hasta el aeropuerto de Santander, donde hizo noche a la intemperie ya que cerraban la terminal. Es un tío duro...

Yo salí ésta mañana con mi hermano Gaizka hacia allí, donde una vez formalizada la despedida fraternal se hizo cargo de mi coche para llevarlo de vuelta y ponerlo a buen recaudo en el garaje del txoko familiar de Galdames.
Nuestro vuelo previsto para las 12:35 se retrasó 1 hora debido "a una demora" según megafonía. Vamos, que se demoró por un retraso, lógicamente. En la espera departimos con una chica interesada en nuestro viaje y nos dió algunos consejos prácticos, ya que ella ya había girado por Sudamérica anteriormente. Ésta vez se dirigía a Frankfurt a visitar una hermana enferma.
El vuelo trasncurrió con normalidad y llegamos a Frankfurt Hahn desde donde, después de comer debidamente, tomamos un bus hacia el Aeropuerto Internacional, distante unos 140 km. Viaje eterno, Al llegar debíamos buscar un ciber e imprimir las reservas hoteleras, a priori imprescindibles para poder entrar en Brasil. Tardamos 1 hora más en dar con el establecimiento dentro del aeropuerto, justo 5 min. antes de que cerraran. Menos mal. Posteriormente compramos las cena y buscamos algún sitio donde pasar la noche.

Capítulo 0: Un viaje casi inesperado.



Sólo fue un comentario. Mi amigo Suso Costa estaba inmerso en uno de sus alucinantes viajes por el globo terráqueo y en una de sus múltiples fotos subidas al Facebook, creo recordar que se trataba de algún fabuloso paisaje Centroamericano, le escribí lo primero que se me ocurrió: 

 "Cómo vives cabronazo... Si por un casual te da por hacer la Ruta del Ché me avisas eh? jeje...".

Pura inocencia, lo juro. Creí que era uno más de las decenas de comentarios que la realización de una aventura de ese tipo suscita entre los amiguetes. Y no era para menos; Suso estuvo 4 meses recorriendo primero Cuba a lo mochilero, después volando a México D.F., donde compró una bicicleta con la que realizar muchísimos kilómetros atravesando Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica y llegar finalmente a Panamá. En años anteriores había viajado por toda Rusia en el Transiberiano, cruzado Mongolia por el desierto de Gobi, China desde Beijing hasta el Tíbet, un trekking por el Annapurna en Nepal, dar clases a niños en Bangla Desh, recorrer todo el sudeste asiático y Australia... Un experto. 
Después de éstas escapadillas, como de costumbre, regresa a su Galicia natal y ya en temporada de esquí a los Alpes franceses a currar.
Y fue desde allí que una fría noche de Febrero del 2013 me escribió: 

"Que paixa loco?
Por aquí pusiste un dia que si alguna vez me hacía la ruta del Ché te avisara, jeje. Pues la haré, comenzando a final de este año, seguramente en moto, y si es con alguien mejor, qué, te animas?".


 Como seguramente muchos de vosotros sabéis por la película Diarios de motocicleta, Ernesto Guevara de la Serna, icono de la juventud rebelde de todo el mundo, se embarcó allá por 1952 (unos 7 años antes de ser mundialmente conocido como El Ché) en un viaje junto a su amigo Alberto Granado, a lomos de una moto propiedad de éste último, por América del Sur. Eran estudiantes de medicina en su Argentina natal. Ernesto contaba con 23 años entonces y Alberto 29. Éste viaje cambió sus vidas para siempre. Ernesto escribió en su diario al finalizar el periplo:

El personaje que escribió estas notas murió al pisar de nuevo tierra Argentina, el que las ordena y pule, "yo", no soy yo; por lo menos no soy el mismo yo interior. Ese vagar sin rumbo por nuestra "Mayúscula América" me ha cambiado más de lo que creí.

Volviendo a aquella noche de Febrero del 2013, un amigo me había hecho una proposición, y bastante decente. Y había que dar una respuesta.

- Pues así de sopetón... Ahora mismo tengo trabajo y tendría que mirar a ver los días de vacaciones que cuadrasen y tal, pero dicen que el mes que viene van a echar a gente y yo soy de los últimos en llegar, así que ya te confirmaré.

- No es fácil, es mucho tiempo y pasta. Piénsatelo y con lo que vayas sabiendo me informas.


- La pasta no es problema, tengo mucho ahorrado, es el tema curro, ya te informaré... pero de momento cuenta con mi "SI".


Y así fue como casi inesperadamente me he embarcado en esta locura. Digo "casi" por razones concretas; y es que con la dichosa crisis económica (de toda índole, diría yo) Europea y que yo ya empezaba a estar bastante hastiado de todo lo que últimamente me rodeaba, ya se me había pasado por la cabeza más de una vez la idea de volver a cambiar de aires, como 10 años antes en 2003 hice yendo a vivir a Londres una temporada. 

Al mes siguiente, en Marzo 2013, se confirmaron mis sospechas y la empresa en la que trabajaba, Elecnor, me da de baja. Comienza la preparación del viaje.