viernes, 27 de junio de 2014

Capítulo 56: Pajarito Num num.

5 de Noviembre 2013.
Foz do Iguaçú.

Día calurosísimo en Foz, con mucha humedad. Se nota que hemos bajado de la altitud de Curitiba y en cuanto sales de la ciudad es todo selva tropical.
Antes de nada, hoy quería ir a un despachante (gestoría) a hacer lo de la maldita transferencia de la moto, y eso hice, pero de nuevo hubo algunos problemas que me impidieron realizarla. Lo detallaré próximamente, para no lastrar el relato de los hechos.
Como Suso llega mañana, quise reservar la excursión a las cataratas para ir con él, así que hoy me fuí al Parque das Aves. Éste se encuentra de camino a las cataratas, muy cerca del puente internacional que une Brasil y Argentina. Los precios del ticket variaban según categorías: niños 10R$, brasileños 20R$, extranjeros 40R$.
Iba a pagar como extranjero, pero al sacar el dinero la chica de la ventanilla me vió el documento CPF (número de identificación fiscal brasileño) y me dijo que con eso podía pagar entrada de paisano. Pues mira qué bien. Ya dentro del parque, éste era como una especie de circuito, en el que vas pasando de jaula en jaula, cada una acondicionada con intensa vegetación para que te sientas como en la jungla. En algunas de éstas estancias había a su vez otras jaulas más pequeñas que contenían diversas especies de aves, pero por lo general, las aves estaban libres en la jaula por la que uno se movía, dependiendo de la especie. Lo que más abundaba eran especies de loros, papagayos y guacamayos. No soy un experto en la materia, así que no esperéis que os detalle el tipo exacto de especies que pude observar, pero vamos que ví muchos de los anteriormente mencionados además de tucanes, pavos reales, gallináceas exóticas varias, rapaces típicas de la selva amazónica y aves zancudas de lo más variopinto. También había algúna estancia cerrada con estanque donde se encontraba algún ejemplar del cocodrilo sudamericano, el yacaré, y un par de terrarios enormes; uno con una imponente Anaconda y el otro con una Boa constrictor de dimensiones semejantes. Al final del paseo por el circuito, acabas en otra jaula grande con multitud de loros que parlotean y vuelan a tu alrededor, y cuando sales de ella te haces una foto con un pobre papagayo muy formal que está tan quieto que parece el del sketch del loro de los Monty Python.