jueves, 18 de septiembre de 2014

Capítulo 69: Derby!

24 de Noviembre 2013.
Montevideo.

Etapa 17: Punta del Este - Montevideo. 130 km.

Antes de nada quiero agradecer (ya lo hice ésta mañana, pero ahora que se enteren todos) a Yoli, Pedro, Garazi e Irati, Antonio, Ina y Marifran la hospitalidad, generosidad, amistad y paciencia que me han brindado toda ésta semana en Punta del Este. Gracias a ellos, hoy he podido reiniciar el viaje totalmente como nuevo. He descansado como dios, me he alimentado como un capitán general y he podido poner a punto la moto mejor que con Jeremy Burguess...
Bien, empiezo con la crónica:
Salí de casa de Yoli sobre las 11 y he llegado a Montevideo hora y media después. Y ya está. Ningún contratiempo, ninguna anécdota, sin problemas ni aventuras. Lo siento peña. 
Sólamente puedo decir que hace un día espectacular de sol y calor, unos 34º marca en el centro de MV, y que la ciudad en éstas circustancias es preciosa: unas playas de agua roja que ya las quisiera Río de Janeiro, un larguísimo malecón que recuerda a La Habana, anchas avenidas vacías que me han hecho pensar en la peli "Abre los ojos".... y el hostel donde me hospedo, llamado "Willy Fogg". 

Decía lo de la película de Amenábar porque por la tarde, después de instalarme, salí a dar un paseo por la ciudad y es que no había ni un alma por las calles. Al principio lo achaqué al calor, pero mintras deambulaba por las callejuelas escuchaba el sonido de los televisores en las casas y, sin duda por el sonido de los gritos y vítores varios, estaban retransmitiendo un partido de fútbol. Pero no cualquier partido de fútbol, no: el gran clásico del fútbol uruguayo, que enfrenta a los 2 equipos más fuertes y laureados, y que tienen dividida a la población del país; el Nacional contra Peñarol. 
Yo seguí un poco a lo mío; paseando por los boulevares y plazas, hasta que al final de la avenida principal me topo primero con un gran obelisco y en el parque que se encontraba detrás, como el gran Coliseo romano, el Estadio Centenario, que era precisamente donde estaba teniendo lugar el enfrentamiento futbolístico. Como si fuera un imán, me atrajo irremediablemente hasta sus aledaños. Había vallas, había muchos vehículos policiales... pero inexplicablemente pocos guardias a la vista. Me acerqué a la puerta principal del estadio, aquella por donde entra la oficialidad, jugadores, periodistas, etc... Todo el mundo estaba en el interior, o bien mirando hacia la cancha o a los monitores donde reproducían la señal de TV del partido. Así pues, como nadie estaba pendiente de la puerta, pude entrar tranquilamente sin que nadie me lo impidiera ni pidiese ninguna acreditación... Subí hasta una tribuna y pude disfrutar de los últimos 20 minutos de juego, y por supuesto del ambiente que se respiraba, que era espectacular. La hichada de Peñarol era con diferencia la más ruidosa, además sus colores, donde predomina el amarillo eran más llamativos que el blanco de la hinchada rival del Nacional, además iban ganando por 3 a 2, y con éste resultado terminó el encuentro. Cuando ésto ocurrió, todos se fueron del estadio pero yo me quedé un poco más a curiosear; subí al palco de autoridades, a las cabinas de la prensa donde se encontraban realizando entrevistas, y bajé al Museo del Estadio Centenario. 

Todo me recordó mucho al viejo San Mamés, el antiguo estadio del Athletic, donde allá por los 80 cuando no era más que un crío tantas veces íbamos a colarnos también por la cara gracias al ingenio de mis tíos...