domingo, 6 de julio de 2014

Capítulo 57: Milagros y desengaños.

6 de Noviembre 2013.
Foz do Iguaçú.

Ayer recibí mensaje de Suso diciéndome que había llegado a Foz. Mi incredulidad fue inmediata: eso significaba que había recorrido unos 700 km en sólo 2 días con una moto de 125cc. que rebosaba (no es metáfora) aceite del motor yendo a 50-60 km/h. 
Quedé en ir a buscarle ésta mañana al hostel donde había pernoctado ésta noche, en otro barrio diferente a donde estaba el mío, y eso hice.
Llegué allí con mi moto sobre las 10 de la mañana y le pregunté cómo había hecho para llegar tan pronto. Me dijo que le dió kaña, haciéndo 300 y pico km cada día, algo que anteriormente le parecía una locura pero que, supongo, en el estado en el que se encontraba ya su moto le daba ya igual realizar, puesto que venía con la intención de venderla aquí en Foz. Sea como fuere, le dije para ir ésta mañana a las cataratas, pero declinó mi invitación aduciendo que iba a emplear la mañana en recorrer talleres para ver si alguno estaba interesado en la compra de su Suzuki. Entonces le comenté que el tema de la transferencia de la moto también se había complicado y que mañana debía partir sin demora hacia Florianópolis, puesto que era el último sitio donde tenía oportunidad de tramitarlo y quedaban unos 7 días para que expirara el plazo, por lo cuál hoy era mi día señalado para ir a ver las maravillas. Así que tanto tiempo esperándole para al final ir en solitario... en fin, serafín. 

A pesar de la decepción, quedé todavía con él para por la tarde ir a tomar algo y contarnos nuestras aventuras desde que nos bifurcamos cerca de Sao Paulo.


Entonces, me puse en marcha hacia las Cataratas del Iguazú. El día era excelente: sol y unos 30º de temperatura. Recorrí los aproximadamente 20 km desde Foz hasta la entrada del Parque Nacional y dejé la moto candada en el parking gratuíto, a la sombra de un árbol. En las taquillas, ésta vez el CPF no sirvió para sacar entrada barata y tuve que pagar los 40R$ de rigor para los extranjeros. Pasé la cancela y me subí a uno de los autocares que llevaban a los turistas desde allí hasta el principio del circuito que bordea el lado brasileño de las cataratas. A partir de aquí no me salen las palabras para describir lo que presencié... Sin lugar a dudas, el mayor espectáculo natural que mis ojos han visto en la vida. Recorriendo poco a poco el camino vallado, iba embelesado mirando la belleza de todos los saltos de agua enfrente mío. Eran de una magnitud sin igual. Decenas y decenas de cascadas, de variedad de caudal y altura, el ruido ensordecedor del agua cayendo, el agua pulverizada que rodeaba todo el ambiente, incontables arco iris como coronando cada caída... Es indescriptible, de verdad. Lo mejor, como es habitual, es al final; en la pasarela que literalmente te introduce en el interior de las aguas y por un lado se puede observar la gigantesca cantidad de agua que baja y cae a tus pies, y por el otro desde arriba cómo vuelve a caer en otro abismo de turbulencia. Llama también la atención el colorido de las aguas, donde se mezclan el verde del río en calma, el blanco cuando se precipita abajo y el amarillo en las aristas del acantilado fluvial. En mayúsculas: MARAVILLOSO. 
En mi opinión, estando consideradas como una de las 7 Maravillas Naturales del Mundo, y echando un vistazo al resto de la lista, creo que son la maravilla Nº1. 
Tuvo lugar una simpática anécdota además: pese a la belleza del panorama, me escandalizó el hecho de que en algunos puntos del paseo del circuito hubiera basura tirada, bolsas de plástico desperdigadas, etc... A lo que una exclamación me surgió del pensamiento en voz alta:

- ¡Pero qué clase de desalmado puede perpetrar algo así en un lugar como éste!

Y un hombre, al escucharme, me contestó con media sonrisa:

- Son los coatíes pelotudos, que se meten en las papeleras buscando comida y sacan todos los desperdicios... ya podían poner tapas como en el lado argentino, ché!

Y, efectivamente, más tarde pude observar uno de éstos curiosos animales, que parecen mezcla de rata y oso hormiguero, realizar una de éstas fechorías en un contenedor de basura.


Tras unas 4 horas deambulando por allí atolondrado, en estado de shock, casi en parada cardio-respiratoria y con Síndrome de Stendhal agudo, salí del parque y me dirigí a la cita con Suso.
Me preguntó que qué tal las cataratas y no supe qué contestarle, sólo "puffffff....". Creo que entendió. Agarramos nuestras respectivas motos y le guié al Marco de las 3 Fronteras, donde ya estuve el otro día. Fue nuestra última "cabalgada" juntos. Posteriormente, en una terraza tomando unas cervezas y viendo un partido del Barça, me comentó que llegó a Curitiba el 31 de Octubre, ésto es 2 días antes de que yo partiera de allí, y que significa que estuve 2 días esperándole mientras él ya se encontraba en la ciudad. 

- Pero tío, ¿por qué no me dijiste nada? ¡si te estaba esperando!

- Es que estaba en casa de unos colegas y estaba muy liado...

- ¿Me estás diciendo que sabiendo que yo te esperaba no encontraste ni 5 minutos para mandarme un mensaje?

- Ya te mandé uno diciéndote que no me esperaras y que tiraras millas...

- ¡¡¡Pero no me dijiste que ya estabas en Curitiba, pensé que te habías demorado desde Sao Paulo!!!

- Ah... se me fué la olla tío...

En fin, ésto me pasa por pensar más en los demás que en mí mismo, supongo.
A pesar de la enésima decepción con Suso, no quise que la acritud invadiera mi carácter, así que cuando terminamos las cervezas, nos dimos un fuerte abrazo una vez más y nos despedimos ya definitivamente. Yo seguiré con "Pretinha", mañana hacia Florianópolis y posteriormente el Uruguay, y él, tras la venta de su moto (no sé si le puso alguna vez nombre pero la llamaré "La Breve" jejeje) continuará su viaje haciendo auto-stop hacia Asunción, en Paraguay. Seguro que le irá bien, ya que tiene vasta experiencia en éste medio de viaje.