sábado, 26 de abril de 2014

Capítulo 33: Cabalgata con las walkirias.

8 de Octubre 2013.
Río de Janeiro.

Sin resaca apenas, me dispuse para ir al Corcovado con Clara, Anne y Felipe, quién se apuntó a la excursión. Tomamos un bus hasta la base del monte y allí tuvimos que sortear a diestro y siniestro que nos intentaba vender su "tour" hasta la cima. Pretendían inculcarnos la idea de que había mucha distancia hasta arriba y que no había más transporte que el suyo, pero era demasiado evidente que pagar 40 R$ por ello no dejaba de ser un sacacuartos para los turistas. Les dije a mis compañeros de excursión que subiéramos andando y que por el camino podíamos parar un taxi. Emprendimos la subida y las primeras rampas eran durísimas; largas y mucha pendiente, así que a Clara se le ocurrió la brillante idea de hacer auto-stop. El resultado fue asombroso: el primer vehículo que pasó se detuvo. Quién se va a resistir a 2 jóvenes nórdicas con pantalón corto... 
El ricachón del 4x4 que nos paró nos subió 5 km. Los 4 km restantes eran mucho más suaves y el camino era muy hermoso, con preciosas vistas durante todo el trayecto que anduvimos tranquilamente.
Desde arriba del todo, ya en la estatua del Cristo Redentor -impresionante sus 38 m. de cemento- se ven las mejores vistas de Río de Janeiro, sin duda alguna. Te quedas tan anonadado con el espectáculo visual que se te pasa el tiempo y sigues allí embobado admirandolo todo. La ciudad más bella del planeta, tampoco hay dudas.
Para bajar de allí, regateamos con un taxista, y una vez abajo tomamos un bus a Copacabana. Aunque no hacía el tiempo idóneo para el baño, sí nos deleitamos con una caipirinhas en la playa. Después, regresamos por la arena, jugando con una pelota que encontramos.