martes, 23 de septiembre de 2014

Capítulo 71: Sorpresas te da la vida.

27 de Noviembre 2013.
Montevideo.

Ésta mañana he recibido por mail la carta verde por parte del seguro argentino. A priori todo está en orden, aunque tengo todavía que imprimir 2 o 3 copias en papel de color verde en una papelería, pero hay algo que no me encaja del todo y es la facilidad y simplicidad del trámite. No sé, quizás tras todo el jaleo en Brasil para la transferencia de la moto me he vuelto mucho más suspicaz, pero estoy  un poco desconcertado. De momento voy a cotejar el documento que me han enviado con algún agente de seguros, no sea que les vaya a enviar dinero por un trozo de papel sin valor alguno y se rían de mí en la frontera...
Ésta tarde han llegado al hostel 2 mozas que han resultado ser vascas, de Gasteiz, y además hermanas. Nerea y Ane Miren; la primera está estudiando en Santiago de Chile y a eso que recibió la visita de su hermana se han venido a dar un paseo por Sudamérica las dos... 
Y como viene siendo habitual en éstos viajes, te pones a charlar unos minutos y al de media hora ya somos como íntimos de toda la vida... Van a estar poquito tiempo en MVD, ya que mañana tiran para Argentina, así que hemos salido a dar un paseo por el centro, que además hoy hacía un tiempo fantástico. 
Por la tarde, mientras chequeaba el Facebook, recibo un mensaje de Mark y Sanne, la pareja motoviajera que conocí en Punta del Este, diciéndome que han llegado a la capital y que si todavía estoy podríamos encontrarnos. Como mañana día 28 es mi 37 cumpleaños, les he invitado a que vengan al hostel, ya que tengo intención de montar una fiestilla con la gente aquí.
Y ha sido hace un rato cuando me iba a ir a dormir a la litera cuando me han llamado Nerea y Nicola para que baje un momento al saloncito del hostel...

- ¿Qué ocurre? - pregunto. 
- Nada, que ya son las 00:00 h. ... ¡Y ya es día 28! ¡¡¡ZORIONAK!!!

Menuda sorpresa, no me esperaba ese detalle... Encima me obsequiaron con un pastelito con una vela y me hicieron soplarla... Ha sido todo muy lindo y totalmente improvisado, pero mañana, ya después de dormir hoy, haremos algo para celebrar por todo lo alto.






Capítulo 70: MVD.

26 de Noviembre 2013.
Montevideo.

Llevo un par de días en Montevideo, instalado en el hostel Willy Fogg, cerca del centro de la ciudad. Hay muy buena gente en el hostel; uno de los encargados es catalán y se llama Carles, y hay otra chica rubia, Hanne, que nadie diría que es belga porque habla el castellano estupendamente. En un principio iba a dejar la moto aparcada en la acera trincada con una cadena y un candado que he comprado, pero me permitieron meter la moto en el estrecho pasillo de la entrada. Es una molestia, y lo sé, pero no les importa mucho y prefieren tener huéspedes tranquilos disfrutando la estancia. También he hecho un par de coleguillas aquí; Tobías, otro chavalote alemán aficionado al hip-hop la mar de simpático, y Nicola, italiano romagnolo, fan de Banda Bassotti y de los movimientos alternativo/combativos en general, por lo que hacemos muy buenas migas. Ambos hablan castellano bastante bien también.
Comencé a mover el tema del seguro de la Pretinha y al parecer no hay ninguna aseguradora en Uruguay que quiera hacerse cargo. Les he estado explicando el caso de mi viaje y del incidente en la frontera de Jaguarao y nada, que si la moto es extranjera ninguna aseguradora me va a dar la carta verde aquí en Uruguay. 
He consultado el tema en un foro de viajeros en moto y me han recomendado que contacte con un tío que desde Alemania se dedica a gestionar éste tipo de cosas, así que le he escrito un mail con la historia y mis datos. La respuesta suya fue que me puede conseguir la carta verde mediante una aseguradora argentina, y que el costo total de la operación ascendería a 160€; 100 por el seguro y 60 "por su gestión". Acepté al ser la única solución que he encontrado, pero me parece bastante caro y extraño todo. Se supone que tengo que enviar esa pasta vía Western Union, pero primero esperaré que me envíen la dichosa hoja verde, nos ha jodido...
Mientras tanto, sigo disfrutando de ésta ciudad, que cada vez me gusta más: ni muy grande ni muy pequeña, gente tranquila y amable, bien cuidada y sin ninguna obra colosal que atraiga miles de turistas o que desentone el carácter apacible del pueblo.