martes, 23 de septiembre de 2014

Capítulo 70: MVD.

26 de Noviembre 2013.
Montevideo.

Llevo un par de días en Montevideo, instalado en el hostel Willy Fogg, cerca del centro de la ciudad. Hay muy buena gente en el hostel; uno de los encargados es catalán y se llama Carles, y hay otra chica rubia, Hanne, que nadie diría que es belga porque habla el castellano estupendamente. En un principio iba a dejar la moto aparcada en la acera trincada con una cadena y un candado que he comprado, pero me permitieron meter la moto en el estrecho pasillo de la entrada. Es una molestia, y lo sé, pero no les importa mucho y prefieren tener huéspedes tranquilos disfrutando la estancia. También he hecho un par de coleguillas aquí; Tobías, otro chavalote alemán aficionado al hip-hop la mar de simpático, y Nicola, italiano romagnolo, fan de Banda Bassotti y de los movimientos alternativo/combativos en general, por lo que hacemos muy buenas migas. Ambos hablan castellano bastante bien también.
Comencé a mover el tema del seguro de la Pretinha y al parecer no hay ninguna aseguradora en Uruguay que quiera hacerse cargo. Les he estado explicando el caso de mi viaje y del incidente en la frontera de Jaguarao y nada, que si la moto es extranjera ninguna aseguradora me va a dar la carta verde aquí en Uruguay. 
He consultado el tema en un foro de viajeros en moto y me han recomendado que contacte con un tío que desde Alemania se dedica a gestionar éste tipo de cosas, así que le he escrito un mail con la historia y mis datos. La respuesta suya fue que me puede conseguir la carta verde mediante una aseguradora argentina, y que el costo total de la operación ascendería a 160€; 100 por el seguro y 60 "por su gestión". Acepté al ser la única solución que he encontrado, pero me parece bastante caro y extraño todo. Se supone que tengo que enviar esa pasta vía Western Union, pero primero esperaré que me envíen la dichosa hoja verde, nos ha jodido...
Mientras tanto, sigo disfrutando de ésta ciudad, que cada vez me gusta más: ni muy grande ni muy pequeña, gente tranquila y amable, bien cuidada y sin ninguna obra colosal que atraiga miles de turistas o que desentone el carácter apacible del pueblo.


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