miércoles, 16 de abril de 2014

Capítulo 26: Reportero de guerra.

1 de Octubre 2013.
+01:00. Río de Janeiro.
25º.

Día de bastante calor hoy. Por la mañana quería poner en orden algunas cosas; tales como llevar la camisa blanca a una lavandería, hacer la colada con la demás ropa e ir al supermercado a por suficiente comida para cocinar éstos días aquí en el hostel, ya que preveémos una larga estancia aquí en Río. Hay computadora con internet gratis, así que estuve un buen rato apuntando números de teléfono de vendedores de motos usadas. 
Tras la comida mi intención era ir a las playas de Copacabana e Ipanema y pegarme unos baños en esas emblemáticas aguas, pero encendí un rato la TV justo cuando estaban echando imágenes en directo del centro de Río, donde tenían lugar protestas derivadas en disturbios por parte de policía y los profesores y alumnos en huelga, que aprovechaban una sesión plenaria en la Cámara Municipal para arreciar con sus demandas. Decidí dirigirme hacia allí para observar en primera persona la movida. En solitario, caminé todo Botafogo y Flamengo, hasta que llegué al centro después de casi 2 horas. Había un cordón policial al principio de la Avenida Río Branco con Rúa da Conceição, justo en la Praça Mahatma Gandhi. Al fondo de la Avenida se encontraba el ayuntamiento y los enfrentamientos con la policía militar. A pesar del mencionado cordón, uno podía pasar sin problemas por allí, incluso gente con la cara tapada lo hacía sin que a los agentes les importara lo más mínimo. Me dirigí hacia el meollo de detonaciones, botes de gas lacrimógeno y griterío, mojé el pañuelo de arrantzale y me lo até en el jeto para no aspirar los gases y empecé a grabar en vídeo con la cámara de mano. La táctica policial consistía simplemente en alejar a los manifestantes del ayuntamiento, y de vez en cuando realizaban alguna carga a manos vacías -sin porras, ni escudos, ni nada- para efectuar alguna detención aislada. No había rastro de presencia de efectivos de paisano. Vamos, una juerga comparado con las brutales actuaciones a las que ya estamos acostumbrados en Euskadi. Entre carga y carga, tuve una amigable conversación con 2 manifestantes que, por su edad, supongo eran estudiantes:

- Hola, ¿cuál es la naturaleza de éstas protestas?
- Pues que los políticos nos han subido el precio de los tickets de autobús para ir a las facultades. Se supone que la universidad es pública y si nos suben el precio del transporte ya no todo el mundo se va a poder permitir estudiar...
- ¿Y cuánto pagáis al año de tasas de universidad?
- ¿Tasas? ya te he dicho que es pública, aquí no pagamos tasas por estudiar, es un derecho federal...

Y yo pensando en lo que tiene uno que pagar al año de tasas en las universidades públicas en Europa...

- Oye, ahí delante parece que hay ostias... ¿os habéis fijado que hay policías ahí detrás también, no?
- Si... bah... esos no hacen nada si no les mandan, tranquilo. La policía aquí pasa de todo...

A los 2 minutos, el cordón de policías de la retaguardia se empiezan a alinear de cara a los manifestantes.

- Hey, cuidado que van a empezar una encerrona, yo que vosotros empezaba a correr pero ya...
- Jajaja... que no hombre, que esos no hacen nada si...

No pudo terminar de hablar cuando una avalancha de polis se vino por los 2 lados de la calle. Yo me escondí tras una valla publicitaria y la txakurrada pasó de largo. 

Instantes después me encontré con uno de los estudiantes con los que anteriormente charlaba:

- Tenías razón amigo, ¿de dónde eres?
- Soy de Bilbao, soy vasco.
- Jajajaja... de dónde si no... tú ya estás bien acostumbrado!!!
- Sí, así es... jajajaja.

Después de un par de horas de carreras y gritos, me dirigí a tomar un bus de vuelta a Botafogo casi muerto de risa. Es un decir...




Capítulo 25: La ciudad más hermosa del mundo.

30 de Septiembre 2013.
22:00. Río de Janeiro.
24º.

Desperté sobre las 07:30 en el bus, y todavía quedaban unos 300 km, unas 4 horas de viaje, para llegar a Río. Comenzaban a verse las curiosas formaciones rocosas típicas del área carioca. Por fin llegamos a Niterói, la ciudad situada al otro lado de la Bahía de Guanabara, frente a Río de Janeiro y cruzamos el larguísimo puente que la atraviesa. La emoción subió enteros cuando aparecieron el Pan de Azúcar y el Corcovado a lo lejos, los promontorios más famosos y distinguibles de la ciudad. Llegamos a la estación Rodoviaria de Río, que era un caos absoluto, y debíamos dirigirnos hacia el área Copacabana en un bus urbano en busca de un hostel. El trayecto hacia allí fue eterno, aunque el hecho de estar por primera vez en Río de Janeiro era suficiente aliciente para no rendirse al tedio. 
El buscar hostel fue una tarea harto complicada y cansada. Río es enorme, una de las ciudades más grandes y pobladas del mundo, y los hostels están bastante diseminados. Incluso si están en el mismo barrio, las distancias a pie son muy largas. Después de preguntar en un par en la zona de Copacabana, nos dirigimos a otro que encontramos por internet, que se encontraba en el barrio de al lado: Botafogo. Tuvimos que subir una rampa aterradora con las mochilas al hombro, luego una larga bajada y encontrar la calle. Al fin, dimos con el hostel Río Nature, emplazado en la ladera de una colina -o "morro", como los llaman aquí- donde las vistas son impresionantes cuando las nubes se retiran del Corcovado y aparece la figura majestuosa del Cristo Redentor. 
Nos instalamos, comimos y por la tarde fuimos a dar el ya típico paseo de reconocimiento por los alrededores. Llegamos por la orilla de la playa de Botofogo a la base del Pan de Azúcar, en Praia Vermelha -una preciosa playa chiquitita, donde hay un monumento a Chopin- , pero los tickets del teleférico hasta la cumbre eran de un precio prohibitivo, así que nos quedamos abajo admirando la playa y la plaza del General Tiburcio, en el barrio de Urca. Al no poder conectar desde allí directamente con la playa de Copacabana, pues hay un cuartel militar que lo impide, dimos la vuelta y llegamos desde Botafogo, cruzando unos largos túneles urbanos por la zona peatonal. Copacabana es una hermosa playa urbana, como La Kontxa en Donosti, la zona de ocio más referencial de la ciudad. Estaba anocheciendo cuando llegamos, así que tendremos que regresar para verla con más esplendor. 
De vuelta al hostel desde la playa, se produjo una de esas anécdotas entre compañeros de viaje: Suso se emperró en que dando un rodeo a un "morro" por la parte oeste nos llevaría menos tiempo, pero mi sentido brujular no lo veía así. Me retó a ver quién llegaba antes... Baste decir que por el lado este llegué en 30 minutos, previo paso por el supermercado, y aquí el Mr. Viajero Experto se perdió por una favela y un cementerio.
Redondeamos la jornada en la espectacular terraza del hostel, con unas birras con vistas al Cristo Redentor iluminado.











Capítulo 24: A Río.

29 de Septiembre 2013.
23:00. Bus Porto Seguro - Río de Janeiro.

Otro día de trámite. Nos limitamos a preparar la mochila, comer y buscar internet y una barbería donde raparme la cabeza y la barba, que al ser domingo no ha sido tarea fácil. Por la tarde nos dirigimos a la Rodoviaria. Esperamos al bus viendo un partido de fútbol del campeonato Brasileirao por la TV, y finalmente embarcamos rumbo a Río.


Capítulo 23: El Warm-Up.

28 de Septiembre 2013.
22:00. Porto Seguro.
22º.

El plan del día era alquilar una moto y realizar una excursión con ella por los alrededores. Me habían recomendado visitar las playas de Trancoso, el pueblo de Arraial d'Ajuda y Caraíva. Ésta última localidad la tuvimos que descartar, ya que está a 70 km de Porto Seguro y teníamos el tiempo limitado. Preguntamos en un par de sitios para alquilar y en uno nos ofrecían una Honda XRE 300 por 80 R$, una magnífica moto, grande y potente, pero nos decidimos por otra oferta en otro lugar con una modesta Honda CB 150, que costaba 60 R$ y nos podía llevar tranquilamente. 
Me puse al manillar, llevando a Suso de paquete y emprendimos el camino. Iba a ser un gran ensayo para cuando tuviésemos las nuestras propias. Para salir de P. Seguro había que tomar una balsa y cruzar un río. En la otra orilla estaba Arraial, pero fuimos directos a Trancoso tras unos 30 km dando un magnífico paseo. Trancoso tiene playas preciosas, pero ni comparación con Itacaré, en mi modesta opinión. De vuelta a Arraial, le dejé la moto a Suso para que practicara su pilotaje y estuve paseando por el pequeño casco histórico. La playa de Arraial también es fenomenal, pero poco más. De retorno a Porto Seguro, restaba casi una hora para entregar la moto, así que tras dejar a Suso en el hostel me fui a dar un rule por la zona norte, una zona llamada Praia Vermelha. Se trata de una larga recta, con playas a la derecha y resorts turísticos a la izquierda. En un punto había una fiesta, estaba todo repleto de gringos y muchos de ellos deambulaban por los márgenes de la calzada con claros síntomas de intoxicación etílica...
Mañana partimos hacia Río de Janeiro. Nos espera un viaje de 1.200 km y unas 20 horas, pero el bus no sale hasta las 16:30, así que habrá tiempo para ver algo más de Porto Seguro, seguro.