miércoles, 16 de abril de 2014

Capítulo 25: La ciudad más hermosa del mundo.

30 de Septiembre 2013.
22:00. Río de Janeiro.
24º.

Desperté sobre las 07:30 en el bus, y todavía quedaban unos 300 km, unas 4 horas de viaje, para llegar a Río. Comenzaban a verse las curiosas formaciones rocosas típicas del área carioca. Por fin llegamos a Niterói, la ciudad situada al otro lado de la Bahía de Guanabara, frente a Río de Janeiro y cruzamos el larguísimo puente que la atraviesa. La emoción subió enteros cuando aparecieron el Pan de Azúcar y el Corcovado a lo lejos, los promontorios más famosos y distinguibles de la ciudad. Llegamos a la estación Rodoviaria de Río, que era un caos absoluto, y debíamos dirigirnos hacia el área Copacabana en un bus urbano en busca de un hostel. El trayecto hacia allí fue eterno, aunque el hecho de estar por primera vez en Río de Janeiro era suficiente aliciente para no rendirse al tedio. 
El buscar hostel fue una tarea harto complicada y cansada. Río es enorme, una de las ciudades más grandes y pobladas del mundo, y los hostels están bastante diseminados. Incluso si están en el mismo barrio, las distancias a pie son muy largas. Después de preguntar en un par en la zona de Copacabana, nos dirigimos a otro que encontramos por internet, que se encontraba en el barrio de al lado: Botafogo. Tuvimos que subir una rampa aterradora con las mochilas al hombro, luego una larga bajada y encontrar la calle. Al fin, dimos con el hostel Río Nature, emplazado en la ladera de una colina -o "morro", como los llaman aquí- donde las vistas son impresionantes cuando las nubes se retiran del Corcovado y aparece la figura majestuosa del Cristo Redentor. 
Nos instalamos, comimos y por la tarde fuimos a dar el ya típico paseo de reconocimiento por los alrededores. Llegamos por la orilla de la playa de Botofogo a la base del Pan de Azúcar, en Praia Vermelha -una preciosa playa chiquitita, donde hay un monumento a Chopin- , pero los tickets del teleférico hasta la cumbre eran de un precio prohibitivo, así que nos quedamos abajo admirando la playa y la plaza del General Tiburcio, en el barrio de Urca. Al no poder conectar desde allí directamente con la playa de Copacabana, pues hay un cuartel militar que lo impide, dimos la vuelta y llegamos desde Botafogo, cruzando unos largos túneles urbanos por la zona peatonal. Copacabana es una hermosa playa urbana, como La Kontxa en Donosti, la zona de ocio más referencial de la ciudad. Estaba anocheciendo cuando llegamos, así que tendremos que regresar para verla con más esplendor. 
De vuelta al hostel desde la playa, se produjo una de esas anécdotas entre compañeros de viaje: Suso se emperró en que dando un rodeo a un "morro" por la parte oeste nos llevaría menos tiempo, pero mi sentido brujular no lo veía así. Me retó a ver quién llegaba antes... Baste decir que por el lado este llegué en 30 minutos, previo paso por el supermercado, y aquí el Mr. Viajero Experto se perdió por una favela y un cementerio.
Redondeamos la jornada en la espectacular terraza del hostel, con unas birras con vistas al Cristo Redentor iluminado.











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