lunes, 15 de septiembre de 2014

Capítulo 66: Autopista al infierno.

16 de Noviembre 2013.
Pelotas.

Etapa 15: Sao Antonio da Patrulha - Pelotas. 336 km.

Pues ya puedo decirlo: ESTOY EN PELOTAS. 
Al final elegí la opción B, y no es porque los Prieto seamos unos cachondos mentales, que también, sino porque ayer ocurrió algo determinante después de escribir la crónica en el ciber de Tramandaí. Os cuento:
Salgo del ciber y miro al cielo: nubes feas, muy feas... horribles. Me pongo a buscar hotel como un loco por la ciudad. Hay muchos porque es una localidad vacacional, pero en todos los que pregunto tienen todas las habitaciones ocupadas. La gran caravana de coches que había viniendo hacia allí, y que ayer era 15 de Noviembre, día de la República y por tanto fiesta nacional, hacían pensar que no era broma... Rápidamente me acordé que en la gasolinera Ipiranga de Osorio, una localidad 25 km antes, un empleado me ofreció acampar en un patio interior que había en las instalaciones, y gratis; así que a toda velocidad, ya eran cerca de las 18:30, me dirigí de vuelta hacia allí. El cielo ya empezaba a mandar avisos en forma de relámpagos, y no sé si fué por eso pero me despisté y equivoqué el camino: me metí en la autopista que va directa a Porto Alegre. Al de nada de darme cuenta de mi craso error... empieza la fiesta. Comenzó a tirar agua a mansalva. Ya decía yo que el bochorno que hacía esa tarde no presagiaba nada bueno. Paro la moto debajo de un puente para ponerme el pantalón de agua y sigo con la intención de resguardarme en la próxima gasolinera. Voy por un tramo que bordea literalmente una inmensa laguna, chuzos de punta, viento no... un huracán de costado casi me tira a la cuneta, por lo que decido ir por el arcén. Ahora lo que empieza es el baile... con música heavy metal: comienzan a caer rayos a izquierda y derecha. Mi acojone es total. Si alguien me conoce bien, sabe que lo que más miedo me da en la vida es estar al raso con tormenta eléctrica.... Llevo unos 30 km así y ni una puta gasolinera. Nunca había estado más a favor de la industria petrolera. Al fin, decido salir en la siguiente salida, rumbo al primer pueblo. En la gasolinera pregunto por alojamiento y me indican un motel a escasos metros de allí. Llego y el aspecto del inmueble es algo extraño: una moderna pirámide central rodeada de un muro, cuya entrada se encuentra cerrada pero donde hay un interfono para comunicarse con recepción.

- Hola buenas, ¿tienen camas libres?
- Sí señor.
- ¿Y cuánto cuesta?
- 60 R$.
- ¿60 R$ por una noche? - volví a preguntar escandalizado.
- No, no... 60 R$ LA HORA.

Tragué saliva y me largué de allí como alma que lleva el diablo. Todavía no salgo de mi asombro al pensar que alguien pueda pagar tanto por echar un casquete... porque de eso se trataba el negocio amigos. Los calentones en Brasil pueden resultar caros...
Al final en el pueblo, Sao Antonio da Patrulha, encontré una pousada que por 35 R$ me pareció una ganga en esos momentos. Por cierto que llegué ya de noche y no había ni una luz debido a que un rayo cayó en un transformador cercano....

En lo que respecta a lo acontecido hoy:
Salí rapidísimo, sobre las 8:00 ya estaba en marcha, ya que dejé la moto debajo de una tejabana de la pousada y, como Franco, dejé todo atado y bien atado, a la parrilla de la Pretinha. Me temía un día infernal, ya que en el informativo daban lluvia, pero hacía un día espléndido y aún sigue siéndolo. El trayecto ha sido sin contratiempos. He pasado por Porto Alegre sobre las 9 de la mañana, pero la ciudad la he visto de lejos, desde uno de los muchos puentes que cruzan el delta de un río que desemboca en la Laguna de los Patos. Tomé el desvío hacia Pelotas y la autopista se convirtió en una agradable carretera comarcal.... de peaje. Al rato me encuentro caravana. Sorteo coches con mi recién aprendida técnica y llego donde está la Policía Federal, un par de ambulancias y 3 grúas de gran tonelaje tratando de sacar un tráiler que se había empotrado en una zona boscosa. Superado el retén, seguí camino disfrutando del paisaje, que ésta vez era algo nuevo: grandes extensiones de pastos, con mucho ganado bovino, en los que no faltaban grandes charcas (ésta vez sí, lagunillas de un par de hectáreas como mucho). En una Ipiranga paro a comer y observo que hay un tráiler de matrícula uruguaya de una empresa llamada Tirapu, cuyo logo parece ser el escudo de Nafarroa... Hablo con el chófer sobre qué frontera es mejor cruzar y tal, si la de Chuy al sur o la de Jaguarao al norte, y como buen uruguayo, me responde durante unos 20 minutos usando palabras y verbos que ni Pérez Reverte sabría de su existencia. Me despido efusivamente y continúo. 
He llegado a Pelotas, ciudad colonial, centro histórico curioso y ya tan al sur que refresca un poco. Sin embargo hoy duermo en pelotas.... 














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