viernes, 25 de abril de 2014

Capítulo 31: Viaje a ninguna parte.

6 de Octubre 2013.
Río de Janeiro.

Hoy se cumple 1 mes desde que llegamos a Brasil, y desde Recife hasta Río hemos recorrido casi 3.000 km; en bus, eso sí. Y no queremos continuar el viaje de esa manera, así que había que ponerse ya en serio para comprar las motos aquí en Río de Janeiro. 
Tras varios intentos infructuosos llamando por teléfono a los números que teníamos de varios vendedores, nos cogió el aparato un sujeto que ponía una Honda Sahara 350 a la venta, justo el tipo de moto que yo busco. Quedamos Suso -quien me hacía de intérprete- y yo con él en ir a verla a su casa en Jardín Carioca, un barrio bastante alejado de Botafogo, al norte de la ciudad. Ya sólo el trayecto fue una aventura épica. Anécdotas por doquier: el tradicional chófer loco; que no se encontraba cómodo en su asiento e iba todo el trayecto jurando en portugués o hebreo, qué sé yo. Luego, circulando por una autovía, ibamos mirando por la ventanilla y en eso que en el sentido contrario observamos a un motorista rodar por el asfalto a gran velocidad, afortunadamente sin consecuencias graves. Más tarde, cerca del aeropuerto, un avión caza militar de los añor 40 cruza el cielo a pocos metros por encima de los capós. El autobús llegaba hasta el mismo aeropuerto internacional, y desde allí debíamos tomar otro hasta el barrio en cuestión. Mientras esperábamos allí, llega otro autocar del cual se baja una señora. Tal sería la empanada mental del chófer que cierra la puerta y se pira de allí a todo gas con la señora corriendo detrás al grito de "mis maletaaaaaaaas!!!". Imaginaros la putada si la señora debe tomar un avión en ese momento... 
Y todas éstas vivencias para ir a comprobar el desastre de moto que me intentaban vender: caja de cambios averiada, neumático trasero liso como el culo de un bebé, freno delantero inexistente, amén de numerosas partes oxidadas... Pues nada, seguiremos buscando.
A la vuelta, en vez de regresar directamente al hostel, paré en la zona céntrica de la ciudad, y estuve paseando por las inmediaciones de la Catedral de Río, que no es precisamente el clásico edificio gótico o barroco de turno, sino una estructura moderna y vanguardista, que recuerda más a la chimenea de una central nuclear que a un templo de culto religioso. De allí, conecté con el área de Lapa, la zona de marcha nocturna más concurrida de la capital carioca, pero que hoy domingo estaba libre de alboroto para andar entre los característicos arcos del simbólico acueducto blanco.





No hay comentarios:

Publicar un comentario