martes, 10 de junio de 2014

Capítulo 47: De praias y cachoeiras.

23 de Octubre 2013.
Ubatuba.

Llevamos 2 días en Ubatuba, ya que le están reparando la moto a Suso, y estamos aprovechando para visitar lugares de interés por aquí. 
Se me olvidó mencionar que estamos ya en el estado de Sao Paulo. Ubatuba, a diferencia de Paraty, no tiene el encanto colonial de ésta última localidad, pero comparten enclaves de gran belleza natural, tanto por sus playas del litoral como por la cantidad de cascadas que bajan de los montes circundantes. 
Ayer visitamos en mi moto la cascada de Prumirim, muy cerquita además de una playa preciosa con el mismo nombre. Se encuentra a unos 20 km por la BR-101 dirección Paraty, casi pegando con la carretera, así que aunque en el vídeo parezca que estamos explorando la selva virgen brasilera, no os dejéis engañar. A unos 200 m. de la cascada, está la playa. Muy hermosa y de difícil acceso, lo que la otorga más atractivo aún. Lástima que el tiempo no fuera más caluroso para haber podido probar un bañito.

Hoy optamos por visitar otras 2 cachoeiras más, la de Ipiranginha y la de los Macacos. Agarramos mi Yamaha y nos pusimos en marcha, con un plano-folleto que nos dieron en el hostel para poder encontrarlas, ya que dicen que están algo escondidas. Recorrimos como 15 km por la SP-125 sin encontrar ningún letrero ni desvío hacia ninguna cascada y ya llevaba un buen rato subiendo lo que parecía un puerto de montaña con curvas empinadísimas y retorcidas. Detuve la moto.

- Oye tío, me parece que nos hemos pasado.
- Pues yo no he visto ningúna señal.
- Yo tampoco, volvamos atrás y preguntemos.

Bajamos hasta el primer poblado y preguntamos a los lugareños por la cascada Ipiranginha. Nos señalaron un camino y continuamos por él. Para ser una de las principales atracciones turísticas de la zona, parece que la esconden bien. Después de unos 3 km por un senderito de barro y vegetación, llegamos a la cachoeira. 
La Cachoeira dos Macacos fue imposible de encontrar. Preguntamos y nos indicaron otro senderito por el que deambulamos con la moto hasta que el camino quedó cerrado. Continuamos a pie, bordeando el río, saltando de piedra en piedra e internándonos en jungla pura y dura y no llegamos a ningún sitio, así que regresamos. 

Ya que estábamos, nos dirigimos hacia la Ponta Grossa de Ubatuba, una pequeña peninsulita/cabo que sobresale del litoral adentrándose en el mar, y desde donde se podría disfrutar de una bella panorámica. El camino hacia allí era también bastante intrincado, con muchos subeybajas de gran pendiente. Y al llegar, esperábamos algún tipo de balcón o algo desde donde poder observar el mar y ambos lados del saliente, pero el camino terminó y tuvimos que adentrarnos en una arboleda que moría en un acantilado, sin valla de protección ni nada parecido. C'est la vie...
















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